Cómo la IA está transformando mi forma de trabajar y de encontrar sentido a lo que hago
¿Cuál es el sentido de mi trabajo si la IA puede hacerlo mejor?
El avance de la IA puede sentirse abrumador. Hace tiempo que leo y escucho a bastante gente con miedo, entre otras cosas, a ser sustituidos en el trabajo. Esto me lleva a preguntarme: ¿Verdaderamente somos tan sustituibles? ¿Hasta qué punto esto es cierto? ¿Qué trabajos están más en riesgo? ¿Podemos hacer algo para mantenernos relevantes y seguros a largo plazo?
No tengo las respuestas a estas preguntas, y creo que de momento nadie las tiene, por lo que creo que el enfoque más práctico ahora mismo es adaptarnos mientras avanzamos. Incluso quienes predicen que la IA nos sustituirá no saben exactamente cómo ocurrirá, cuándo, ni en qué proporción. Esto es nuevo para todos.
Bueno, quizás no tan nuevo. La tecnología siempre ha reemplazado tareas, desde las máquinas industriales hasta los ordenadores. Sabíamos que la IA sustituiría trabajos cada vez más complejos, pero nadie esperaba que fuera a llegar tan rápido.
¿Debemos preocuparnos?
Es normal tener dudas. Yo también las tengo. Pero creo que obsesionarnos con si la IA nos quitará el trabajo no nos llevará demasiado lejos. En lugar de eso, prefiero enfocarme en entenderla, usarla a mi favor y seguir evolucionando. Esto es lo que la humanidad ha hecho siempre: adaptarse a lo nuevo y seguir moviéndose, seguir cambiando y creciendo.
A mí me encanta programar. Disfruto diseñando soluciones y resolviendo problemas. Pero, si una máquina puede hacerlo mejor, ¿debería insistir en hacerlo yo? No lo creo, al menos no en todos los casos, y, desde luego, no en la forma en la que solemos hacerlo: quedándonos con lo conocido por comodidad y miedo.
Hay que entender que la IA no está aquí para sustituirnos, sino para potenciarnos. Es una herramienta que amplifica nuestras habilidades y nos ayuda a superar límites.
Y con esto no digo que yo vaya a dejar de programar, pero sí que voy a dejar de hacerlo de formas obsoletas.
La clave está en usar la IA para las partes que hace mejor, mientras me concentro en lo que yo hago mejor, de una forma inteligente y práctica.
Hacer esto de manera inteligente no es fácil. Implica que habrá casos en los que la IA haga las cosas mejor que yo, pero igualmente sea mejor no utilizarla, porque sustituye otras cosas mucho más importantes que el aporte de eficiencia o la practicidad de hacerlo rápido.
Por ejemplo, en la parte de solucionar problemas, no queremos que la IA nos lo de todo regalado. Esto sería el equivalente a tener unos padres sobreprotectores que le ponen todo en el camino a su hijo, quitándole del medio cualquier atisbo de frustración o dificultad. Cuando quieres que la pupa se convierta en una mariposa fuerte y resistente, no la ayudas a salir de su capullo, por muy fácil que sea para ti hacerlo.
Ahora mismo, tenemos que ser nosotros los que le pongamos a la IA estos límites y le digamos: “Vale, hasta aquí. Este esfuerzo o dificultad es importante que lo enfrente personalmente”. Esto requiere de bastante madurez y honestidad intelectual, y también de algo de prueba y error por nuestra tendencia a la comodidad.
Aunque creo que a futuro, las super inteligencias artificiales o lo que sea que venga, tendrán la suficiente autonomía como para entender cuándo deberían ayudarnos y cuándo deberían darnos pistas sin darnos la solución. Pero quizás sean siempre sobreprotectoras con nosotros y sigamos necesitando ponernos esos límites, todo dependerá de cómo evolucionen y qué tan parecidas a nosotros sean.
Ahora vamos con la pregunta clave: ¿Cómo encontramos este equilibrio para saber qué debemos delegar y qué no?
Encontrar el equilibrio
Saber qué delegar a la IA y qué seguir haciendo nosotros es complicado. Para mi, uno de los mejores trucos está en identificar qué es lo que realmente nos llena. Pregúntate: ¿Qué es lo que disfrutas de tu trabajo? Extrae esa esencia y úsala de manera más efectiva con la ayuda de la IA.
Por ejemplo, que la IA programe mejor que tú no significa que debas dejar de programar si te apasiona. De la misma forma que no dejamos de jugar ajedrez porque la IA sea mejor.
Lo que hay que entender aquí es que los contextos importan: en un contexto puramente laboral, el objetivo principal es ofrecer el mayor valor posible a nuestros clientes. Si la IA puede hacer algo más rápido y con igual calidad, o mejor, resistirse a usarla en este caso sería una cuestión de ego o terquedad.
Uno de los problemas que surgen aquí es que puede darse el escenario en el que con muy poco esfuerzo tengamos resultados bastante buenos, lo que plantea una pregunta más profunda: ¿Qué sentido tiene nuestro trabajo si solo implica pulsar un botón? Para mí, ninguno. Si nuestra labor se reduce a eso, la IA también podría hacerlo bastante mejor.
La limitación de ver nuestro trabajo ligado a nuestra identidad
Parte de este miedo a perder el trabajo no es una cuestión de supervivencia, también es una cuestión más interna: de cómo ligamos nuestra identidad a nuestra profesión. Decimos “soy programador” o “soy agricultor” como si nuestro trabajo definiera quiénes somos. Entonces, cuando la IA hace nuestro trabajo mejor que nosotros, sentimos que perdemos nuestro propósito, y esto nos hace en parte rechazarla instintivamente en algunos casos, aunque por dentro sepamos que podría ayudarnos.
Esto es un error de enfoque. Nuestra identidad no depende de nuestra profesión. Es más una expresión de nuestras habilidades y valores, y estas pueden adaptarse a lo que venga.
Una vez entendí esto, sentí alivio. Mi enfoque cambió: ya no se trata de competir contra la IA, sino de colaborar con ella para resolver problemas y alcanzar nuevos objetivos, objetivos mucho mayores y significativos que se alinean con mi propósito y mi identidad real, no la que estaba ligada a mi trabajo, que no deja de ser un conjunto de actividades más o menos repetitivas dirigidas a producir resultados.
Y es que la IA nos ayuda a ver ese tipo de cosas: Las actividades que hacemos en nuestro día a día que pueden actualizarse. Aquellas tareas que podemos automatizar y podemos hacer de otras formas para superarnos día a día y alcanzar nuevas metas.
Desde este enfoque estoy mucho más tranquilo y me siento menos ansioso. Ahora sé que lo único que tengo que hacer es localizar el problema u objetivo, segmentar sus partes hasta encontrar la solución, y adaptarme a lo que venga.
Este cambio de mentalidad me llevó a formular tres preguntas que suelo usar de guía en mi vida actualmente, y en particular, cuando estoy trabajando:
- ¿Qué hace la IA mejor que yo en este caso?
- ¿Qué hago yo mejor o dónde puedo aportar más?
- ¿En qué debo enfocarme y centrar mis esfuerzos para estar en la mejor posición posible en el futuro (sea lo que sea que acabe pasando)?
Estas preguntas no son solo para programadores o expertos en IA; son para cualquiera que quiera adaptarse a esta nueva era, y las puedes aplicar a todo en lo que puedas usar a la IA (o sea, cualquier cosa).
Obviamente, sigo teniendo dudas, pero me siento mucho más emocionado.
Tengo dudas porque no sé cuál es el mejor camino para tomar, y eso siempre da vertigo, pero ¿cuántas cosas que valgan la pena en la vida son seguras? La vida es incertidumbre y problemas para resolver.
Ahora me doy cuenta que estoy como estuve siempre, pero mejor, porque ahora tengo a un nuevo aliado para enfrentar los problemas y las situaciones que se presenten, y ese aliado es experto en cualquier área que se nos ocurra.
Aprender a trabajar con la IA
La IA nos permite avanzar rápido, pero si la usamos sin pensar, corremos riesgos. Nos puede hacer perder habilidades esenciales. Como se suele decir: “úsalo o piérdelo”.
A mi me ha ocurrido esto, en algunos casos, al depender demasiado de la IA para algunas tareas, me he convertido en un simple operador que se encarga de poco más que pulsar un botón, lo que, como comentaba antes, me hace perder el propósito en mi trabajo.
Por eso, quiero usar la IA con un enfoque a largo plazo. No como un atajo, sino como una herramienta para crecer, aprender y explorar nuevas posibilidades.
Si dejamos que la IA sea una caja negra que usamos sin entender, perderemos algo esencial: nuestra capacidad de cuestionar y mejorar las herramientas que usamos.
¿Realmente estaríamos al mando si no entendemos los sistemas que gobiernan nuestras vidas?
En siguientes entradas seguiré compartiendo mis reflexiones y aprendizajes sobre cómo trabajar con la IA. No sé dónde nos llevará este viaje, pero sé que es importante seguir moviéndonos. Si me acompañas, espero que disfrutes el camino.
Estamos ante un cambio evolutivo. No será fácil, pero puede ser el comienzo de algo mucho más grande. La IA no es el fin, es el inicio de un nuevo capítulo. Uno lleno de misterios y posibilidades. ¿Te animas a explorarlo conmigo?
PD: He iniciado un reto de programación personal para descubrir cómo puede asistirme la IA en mi trabajo del mejor modo posible, para conseguir una compenetración perfecta. Si te interesa, puedes seguir el reto en mi repositorio de GitHub: https://github.com/ManuelEspejo/codewars-ai-challenge